Mauricio Ortiz Ramírez – LabNalCit
Los neutrófilos son un tipo de glóbulo blanco, también conocidos como leucocitos, que desempeñan un papel crucial en el sistema inmunológico del cuerpo humano. Son parte integral de la respuesta inflamatoria y su principal función es la defensa contra infecciones bacterianas.
Estas células son producidas en la médula ósea y constituyen aproximadamente el 50-70% de todos los leucocitos en la sangre. Se caracterizan por su forma multilobulada, con núcleos compuestos por 2 a 5 segmentos conectados por delgados puentes de cromatina.
Los neutrófilos tienen una vida media corta de solo unos pocos días, después de los cuales son eliminados y reemplazados por nuevas células. Se movilizan rápidamente hacia los sitios de infección en respuesta a señales químicas liberadas por las células dañadas o los microorganismos invasores.
Una vez en el lugar de la infección, los neutrófilos se adhieren a las paredes de los vasos sanguíneos y migran hacia el tejido afectado a través de un proceso conocido como diapédesis. Allí, utilizan diferentes mecanismos para eliminar los patógenos, como la fagocitosis, en la cual ingieren y destruyen a los invasores.
Además de su papel en la respuesta inmunológica, los neutrófilos también están involucrados en la regulación de la inflamación. Liberan sustancias químicas llamadas citocinas y enzimas que ayudan a reclutar y activar a otras células del sistema inmunológico, así como a promover la reparación de tejidos dañados.
Sin embargo, a pesar de sus beneficios, los neutrófilos también pueden causar daño a los tejidos circundantes debido a la liberación excesiva de sustancias inflamatorias. Esta respuesta exagerada puede contribuir a la patogénesis de enfermedades autoinmunes o crónicas.
En resumen, los neutrófilos son glóbulos blancos esenciales en la defensa del organismo contra infecciones bacterianas. Su capacidad para migrar rápidamente hacia los sitios de infección y eliminar a los patógenos los convierte en una parte crucial del sistema inmunológico. Sin embargo, un equilibrio adecuado en la respuesta de los neutrófilos es necesario para evitar daños a los tejidos.